Nous connaissons la Seconde Guerre mondiale par les yeux des Américains et l'histoire navale par ceux des historiens britanniques. Comme nous l'avons souvent démontré ici, ils nous rabattent les oreilles avec l'Invincible Armaba et Trafalgar, mais se gardent bien de se souvenir e l'échec de Carthagène ou de la Chesapeake.
De même, l'histoire du monde hispanique est encore le reflet des préjugés des protestants bataves ou anglo-saxons, toujours méprisants et souvent ignorants.
Ainsi, on nous répète sans cesse le détail des crimes affreux qu'auraient commis les Espagnols sur les populations indigène de l'Amérique. On insiste sur le fait que ce sont les Espagnols qui ont introduit la variole en Amérique, maladie qui a causé des millions de victimes.
Or, non seulement les recherches les plus récents indiquent que ce sont les Anglais qui ont contaminé le Nouveau Monde, mais que les Espagnols sont à l'origine de la première tentative mondiale d'éradication de la maladie, à une époque où les Anglais ne songeaient qu'à s'enrichir.
En 1803, une expédition financée par le roi d'Espagne a quitté la Péninsule avec à son bord un important personnel médical pour répandre la lutte antivariolique au moyen de la vaccine dans les possessions espagnoles d'outre-mer.
Comment transporter le principe actif ? Pour ce faire, ils ont embarqué vingt-deux enfants auxquels on a inoculé à intervalles réguliers le virus de sorte qu'il y ait toujours un enfant en mesure de le transmettre.
Les enfants et les médecins ont été accueillis formidablement tant en Amérique qu'en Asie, contribuant ainsi à sauver des millions d'êtres humains d'une terrible maladie.
Voici le récit qu'en a fait Alfredo Amestoy dans les colonnes du quotidien El Mundo :
LA PRIMERA MISION HUMANITARIA
LA ODISEA DE LOS 22 NIÑOS DE LA VIRUELA
Tenian entre 3 y 9 años. Todos eran huérfanos. Procedían de varios puntos de España. Su misión: llevar la vacuna en sus cuerpos hasta América. El barco partió hace hoy 200 años
El historiador de América con más rigor científico, que es don Francisco Guerra, resume el hecho con tal precisión y brevedad que no tiene sentido corregir o ampliar su versión: «España cerró su periodo colonial con la más grande empresa sanitaria de la historia: la expedición de la vacuna, 1803-1806, para acabar con la viruela en América y en Filipinas. Salió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803 en un barco con 22 niños expósitos que se fueron vacunando uno a otro hasta llegar el 9 de febrero de 1804 a Puerto Rico; de allí se viajó a Cuba, México y Suramérica y, finalmente, saliendo en un galeón a Manila desde Acapulco comunicaron la vacuna a Filipinas y al resto de Asia. Los niños, de 3 a 9 años, eran madrileños y gallegos; los médicos que les acompañaron fueron Balmis, de Alicante, y Salvany, catalán. Y los marineros en su mayoría montañeses, vizcaínos y andaluces.En aquella expedición memorable estaban representadas todas las regiones de España. Ni que los hubiera seleccionado una Comisión de Estatutos».
No exagera el historiador cuando dice que la expedición de la vacuna coincide con el final de nuestro periodo colonial. Más mérito para una metrópoli que en 1803 no inspira a Goya nada mejor que los Caprichos y que Godoy ha llevado a un callejón donde la única salida terminará siendo Trafalgar. A pesar de todo, la no tan atrasada España da muestras con esta Real Expedición Filantrópica de la Vacuna de una diligencia y una eficiencia que superan a las de Inglaterra.
BRAZO A BRAZOAnte la dificultad de hacer llegar la vacuna de la viruela hasta América si no era en el interior de un organismo humano, el médico Francisco Xavier Balmis promovió este viaje. Durante los nueve o diez días siguientes a la inoculación de la vacuna se formaba en el brazo del vacunado una pústula. Si en ese periodo se pinchaba en esa pústula e inmediatamente y con la misma lanceta se pinchaba el brazo de otro crío, la vacuna se transmitía. Se eligió a niños porque en la España de comienzos del siglo XIX era muy probable que a partir de la adolescencia ya se hubiese pasado la viruela y desarrollado la inmunidad.
Transcurrido ese intervalo aproximado de diez días posteriores a la inoculación, el niño, pese a estar inmunizado, dejaba de ser útil como transmisor de la vacuna. Pero para entonces ya había sido transmitida a otro. Por eso dicen los historiadores que la vacuna se transmitió brazo a brazo a bordo de la corbeta María Pita, el barco en que se inició la vuelta al mundo.
Hasta Humboldt, en aquella época viajero por América, testigo de la expedición de la vacuna, da cuenta de las ceremonias emocionantes que se producían a la llegada del navío a cada puerto: «Los obispos y los gobernadores militares, las personas más distinguidas acudían al puerto, tomaban en sus brazos a los niños que iban a ser portadores de la vacuna para los indígenas de América y para la raza malaya de las Indias Filipinas, seguidos de las aclamaciones públicas colocaban al pie de los altares a aquellos inestimables depósitos de un suero bienhechor y daban gracias al Ser Supremo de haber sido testigos de un acontecimiento tan feliz».
Pocos años antes, sólo en México capital, habían muerto de viruela 9.000 personas. Naturalmente, la alarma estaba justificada. En 1766 la mortalidad en Caracas había sido aún mayor. Según Madariaga, «en las Indias este germen solía adquirir virulencia cada 17 o 18 años». En el siglo XVIII fallecieron 60 millones de personas en el mundo víctimas de la viruela.
No habla Madariaga de que la viruela fuera introducida en México por las tropas de Pánfilo Narváez, llegadas para arrestar a Hernán Cortés, y a las que se atribuye la gran matanza que la viruela produjo entre los indios en 1520. Este pasaje pertenecería a la leyenda negra que llega adjudicar a España el exterminio del 90% de los indígenas americanos tras varias epidemias.
Hay argumentos poderosos que muestran que la responsabilidad de España como vehículo de enfermedades al Nuevo Mundo es relativa.
Salvo el sarampión que pudo entrar en México llevado por los niños españoles que llegaron con sus madres, las esposas de los conquistadores, en 1531, la fiebre amarilla y el paludismo fue llevada por los primeros esclavos africanos que, como demostró el mexicano José Vasconcelos, llegaron en 1562 en la primera expedición de trata de negros realizada por el pirata inglés Hawkins, el padre, que en 1562 desembarcó su primer cargamento de esclavos en la costa brasileña.
Lo que ocurrió es que frente a la viruela, el sarampión o la escarlatina, los indígenas americanos carecían de defensas. Más aún. Como explica el profesor Guerra, «fueron los españoles los que descubrieron el tratamiento del paludismo con la quina, cuyo comercio estuvo muchos años en manos de los jesuitas".
La aparición el año pasado del estudio The Backbone of History (Cambridge University Press), donde se estudia la salud de los americanos precolombinos tras analizar 12.500 esqueletos, confirma esta tesis de la absoluta carencia de defensas de los indígenas americanos en 1492. Se asegura que hacía 1.000 años que los pobladores americanos no disfrutaban de buena salud, vivían en una espiral de miseria y enfermedad y sus esqueletos descubren enfermedades degenerativas que afectan a la estatura, las articulaciones, anemia, traumas e infecciones innumerables.
Cuando los niños de la expedición de la viruela llegan a América y son tratados como angelitos que van a realizar el milagro de erradicar esa plaga en el Nuevo Mundo, aún Inglaterra nos atribuye a los españoles la introducción de la viruela en aquel continente.
Aquellos 22 niños que tal día como hoy hace 200 años salieron de La Coruña salvaron, con su vacuna -cuerpo a cuerpo-, millones de vidas. La expedición no consistió sólo en la vacunación masiva.También en el establecimiento de centros de vacunación, ensayo de puestos de la futura Cruz Roja Internacional y la instrucción de «médicos, barberos, cirujanos y personas inteligentes» en los métodos de vacunación. Como cuenta Madariaga, «en las ciudades más importantes de los reinos de ultramar se habían creado juntas de vacuna».
HÉROES NACIONALES
Era la primera gran misión humanitaria de la Historia. La realizaba un país con no demasiados recursos, pero con vocación y espíritu solidario fuera de lo común. Hace 200 años, tal día como hoy, 22 niños españoles comenzaron a escribir una página única de altruismo y generosidad. Veintidós niños expósitos, sin apellidos, pero con nombre: héroes nacionales.
Uno de ellos murió en la travesía. El resto recaló en el Real Hospicio de México y, más tarde, en la Escuela Patriótica, con desigual suerte. Algunos fueron con el tiempo acogidos en sus casas por comerciantes mexicanos. Hubo uno que, acogido por un cura, acabó fugándose. Entretanto, críos americanos, y cuando no se encontraron chavales, esclavos comprados ad hoc, continuaron junto a Balmis la cadena que ellos habían iniciado y llevaron la vacuna por toda América, Filipinas e incluso China. Se les debe un monumento.
LA ENFERMEDAD
Viruela. Enfermedad infecciosa muy contagiosa y con un índice de mortalidad elevado (hasta el 30% de los casos). Se conoce desde la antigüedad. A América llegó en 1518 y mató a millones de personas. La vacuna se descubrió en 1798. La OMS la dio por erradicada en 1979.
EL MÉDICO
Fco. X. Balmis. Nacido en Alicante en 1753, y con prestigio ganado en la Corte, estudió el tema de la vacunación y llegó a traducir un libro de la materia. Tras varios viajes a América, dirigió la expedición de la vacuna, de la que José Salvany fue subdirector.Falleció en 1819.
LA EXPEDICION
El «María Pita». Un grupo de 22 huérfanos de tres a nueve años, todos varones, zarpó en la corbeta «María Pita» con la tripulación y 11 personas entre médicos, enfermeros y la responsable de los críos. Se fue transmitiendo la vacuna contra la viruela de uno a otro para que llegara a América.
LOS LOGROS
500.000 vacunas. Según una estimación conservadora, la transmisión en cadena que empezó con los críos españoles permitió inmunizar a medio millón de personas. Aunque no se erradicó la enfermedad, se salvaron numerosas vidas y se establecieron centros de vacunación.
EL ITINERARIO
Hasta China. Partieron de La Coruña el 30/11/1803. Llegaron a San Juan de Puerto Rico en febrero de 1804. De allí, a Venezuela, donde se dividieron para diseminar la vacuna más rápidamente.Un año después, Balmis partió de Acapulco a Filipinas y Asia. Llegó a Madrid el 7/9/1806.
1 commentaire:
On pourrait presque en faire un film !
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