dimanche 6 juin 2010

Espagne : les oubliés de la « mémoire historique »


A en croire la presse gouvernementale et l'ensemble des télévisions en Espagne, la guerre civile a été gagnée par Franco grâce aux hordes assoiffées de sang venues d'Allemagne et d'Italie.

Les articles, les films, les livres sont consacrés en grande majorité aux combattants de l'Armée rouge, le bras armé du Front populaire d'obédience stalinienne qui avait pour ambition de transformer la péninsule en un autre « paradis socialiste ».

Enfin, pas totalement, les exploits des exécuteurs et assassins du Front populaire sont soigneusement passés sous silence y compris par les Excellences du Parti socialiste qui oublient qu'ils ont parmi les leurs des victimes de la terreur rouge.

Alors, qui a gagné la guerre civile ?

Le publiciste navarrais Pascual Tamburri Bariain, qui descend d'un volontaire italien qui tomba victime des flèches d'un cupidon hispanique, a écrit pour El Semanal Digital un passionnant compte rendu de lecture sur un fort volume publié par la Esfera de los libros sur les combattants carlistes. Sous le titre explicite de « Requetés, des tranchées à l'oubli », les mille pages de ce livre offrent une description très complète des volontaires navarrais et de leurs sacrifices contre l'Armée rouge.

Précédé par un prologue de Stanley G. Payne et suivi par une post-face de Hugh Thomas, l'ouvrage fait le point sur cette composante si particulière du soulevement nationaliste et cherche notamment à savoir si ils ont été trahis par le franquisme qu'ils ont si bien servi.

Probablement, les traditionnalistes ne se sont pas reconnus entièrement dans le régime mis en place par Franco mais avaient-ils eu un autre choix ?

Certes, avec Franco ils ont été en grande partie marginalisés (tout comme les Falangistes) mais si le Front populaire avait triomphé, ils auraient été exterminés et leurs traditions éradiquées.

Car, comme le rappelle à juste titre Tamburri, Gregorio Marañón a posé les termes du choix en 1936 :
Éstos son los términos exactos del problema. Una lucha entre un régimen antidemocrático, comunista y oriental y otro régimen antidemocrático, anticomunista y europeo, cuya fórmula exacta sólo la realidad española, infinitamente pujante, modelará.
« Voici les termes exacts du problème. Une lutte entre un régime antidémocratique, communiste et oriental, et un autre régime antidémocratique et européen, dont l'exacte composition sera la fruit de la vivace réalité espagnole. »



Quelques images de requetes catalans.

¿Franco engañó a los mejores franquistas?



Los requetés, voluntarios carlistas, contribuyeron con todas sus fuerzas a la victoria de Franco en 1939. Un magnífico libro, hijo de la memoria histórica, apunta ahora otra explicación.



Cuando España aún vive la resaca de la funesta ocurrencia de Zapatero, la mal llamada Ley de Memoria Histórica, La Esfera de los Libros está haciendo un esfuerzo editorial de equilibrio, con una auténtica exhibición de profesionalidad y de acierto. Fue primero el excelente volumen fotográfico de Gustavo Morales y Luis E. Togores, que pusieron cara a un mito, La División Azul. Ahora, con diferentes características y contenido pero con la misma brillantez por parte de la casa editora, sale al mercado, tras sus presentaciones en Madrid y en Estella, el contundente tomo de fotografías y de testimonios que firman Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga.



Hommage aux brigades de Navarre.

Casi mil páginas de fotografías, documentos y testimonios hasta ahora inéditos convierten esta novedad en un éxito seguro, porque nadie interesado por el siglo XX español permanecerá indiferente ante un producto tan tentador. Es un regalo que uno puede hacerse o hacer a cualquiera que, emparentado o no con carlistas, quiera saber y sobre todo ver algo más sobre unas gentes que fueron parte esencial de la historia de España durante algo más de un siglo y que, después del franquismo, han desaparecido de entre los protagonistas de la historia reciente. Unas gentes –los carlistas, los tradicionalistas y, armados, los requetés- sobre las que en definitiva faltaban y faltan una investigación y una divulgación novedosas y sustanciosas (algo en lo que coinciden personas tan distintas como Stanley G. Payne y Hugh Thomas). He aquí, pues, un gran libro no sólo en dimensiones físicas, que también.


Génesis e intrahistoria de un proyecto


Como explica en parte uno de los autores, hace unos cuantos años Jesús María Ibero emprendió la recogida de testimonios orales, con criterio científico y perfil de tesis doctoral, de combatientes carlistas. Mucho antes, por supuesto, de que los autores tuviesen este interés; abandonada la investigación, los testimonios no fueron perdidos. Después, Javier Ugarte realizó efectivamente su trabajo de investigación a partir de otros testimonios, aunque con un estilo poco accesible para el público en general y con el doble sesgo de centrarse sólo en combatientes requetés y sólo de la "nueva Covadonga insurgente" .

La verdadera raíz de esta recopilación de testimonios está en una iniciativa de Alfonso Bullón de Mendoza, orientada a la recopilación de testimonios de excombatientes de todo el bando nacional de la guerra civil, precisamente en el momento en el que por imperativos de la edad su número disminuía rápidamente y en el que el acoso a su memoria crecía desde el Estado zapaterista. De esa iniciativa científica surgió un grupo de investigación dirigido por el profesor José Luis Orella Martínez, que específicamente quiso evitar cualquier sectarismo ideológico (se trató de recoger testimonios de combatientes de todos los matices del bando nacional) y regional (se apuntó a todas las regiones de España). Aquella iniciativa, que apoyó en su inicio Ignacio Hernando de Larramendi, contó con la inapreciable aportación de los trabajos previos de Jesús Ibero y con un cuestionario científico a seguir en la medida de lo posible.

La respuesta fue desigual, como lo eran lógicamente la cualificación y la dedicación de los en diversa medida colaboradores. Veteranos excombatienes prestaron o negaron su colaboración, según los casos, como lo hicieron las distintas organizaciones que los reúnen a ellos y a sus colaboradores y continuadores. Entusiasta fue al parecer, de palabra, la respuesta de algunos grupos carlistas, aunque en definitiva las colaboraciones concretas, prácticas y eficaces vinieron más de auténticos caballeros como Alfonso Carlos Fal Conde, Alberto Ruiz de Galarreta o Javier Nagore Yárnoz (por referirnos sólo al ámbito "requeté", que aquí nos ocupa) .

Lo cierto es que la iniciativa de Bullón y Orella necesitaba más tiempo y sobre todo más recursos y personal capacitado. No los tuvo y parecía destinado a aplazarse pese a los abundantes pasos dados. Ignacio Hernando de Larramendi, con su apoyo material y moral, resucitó años después la iniciativa, probablemente aconsejado para hacerlo y con la vocación que en definitiva ha tenido: un libro para todos los públicos, con testimonios exclusivamente carlistas. Al médico Pablo Larraz Andía –que sin duda siempre pudo contar con el aval y el consejo de su suegro, el profesor Ignacio Olábarri, además de su propia tesis de historia hospitalaria- se unió la eficaz colaboración de Víctor Sierra-Sesúmaga, que aportó especialmente novedosísimos testimonios gráficos. El resultado es el que tenemos ante nosotros, en el que pesan mucho por su calidad superior los testimonios reunidos por Jesús Ibero, que habría merecido, si hubiese tenido tiempo y ganas para ello, ser uno de los autores.

¿Una conclusión científica o un anticipo?

El libro de Larraz y Sierra-Sesúmaga no es ni pretende ser un libro de historia como tal. El contenido historiográfico, analítico, se reduce al prólogo y al epílogo, donde dos historiadores anglosajones buenos conocedores de España –y Payne, gracias a nuestro llorado Javier de Lizarza, también de Navarra- exponen sus ideas sobre el papel contemporáneo del carlismo y de los carlistas. Es un libro depurado de toda referencia directa a combatientes nacionales de origen no carlista (un libro, por tanto, "de parte"); aun dentro de éstos no están todos los testimonios de requetés originalmente disponibles, y dentro de los utilizados no está todo el contenido de sus testimonios.

Es evidente que, para acompañar los testimonios de fotografías y no hacer el precio prohibitivo incluso con los apoyos de Larramendi y de Mapfre, era necesario concentrar los materiales. Esa concentración explica los expurgos acumulados que se acaban de citar, y es normal. Para alcanzar esta calidad gráfica y material era imposible contar absolutamente "lo que nos contaron, como nos lo contaron". No hay vergüenza alguna en ello, no debe haberla. Convendría, es más, señalar dónde ha habido que meter las tijeras para evitar equívocos sobre por qué se ha recurrido a ellas.

Uno puede hacer, por ejemplo, un libro sobre los requetés evitando el testimonio de don Javier Nagore o relegándolo a la web. Es una opción perfectamente legítima, porque por alguna parte hay que cortar, pero es bueno decirlo porque si no puede parecer que se hace por evitar su análisis –que no es precisamente único- de la presencia carlista en la España franquista. Se pueden retocar las palabras de los entrevistados, pero conviene decir cómo y dónde, porque el riesgo es si no crear la impresión de una reelaboración en ciertos puntos no ya del cómo sino del qué, además de dejar un regusto extraño entre los conocedores de la España rural de ayer.

El problema de la falta de trabajos generales sobre el carlismo, e incluso sobre la base social del franquismo en general, es que las carencias pueden convertirse en errores. Lo de menos es que por ejemplo, sin duda por abreviar, en el testimonio de Nemesio Andía –abuelo de uno de los autores- se abunde en algunos nombres y se eviten otros, tan singulares como los de su primer patrono en el comercio o el de su empresario en 1936, que resultó ser tan carlista como él hasta el punto de salir voluntario de su pueblo con él. Un caso entre otros. Sin duda en otro orden de cosas es una pena no tener tampoco el testimonio siquiera indirecto de Fulgencín Ayesa, que habría añadido aún más color a las vicisitudes de la columna Tutor. Es probable que las palabras de un hombre de la formación de Gonzalo Lacalle Leloup no hayan sido literalmente las mismas. Y así sucesivamente. Lo verdaderamente peligroso de tener que poner límites a un trabajo así es que parezca ideológicamente encasillado… como si sólo hubiese carlistas y sólo de un cierto tipo en aquella España, hasta el punto de llamar (véase la magnífica foto de falangistas navarros en la página 418) "soldados nacionales" a todos los que no respondan al patrón predefinido.


A la búsqueda de la verdad sobre los "eternos perdedores"


Seguramente lo mejor sea, para disfrutar plenamente este magnífico regalo, recordar que los requetés, en toda España, "salieron a la guerra sin pedir nada a cambio". Y que no estuvieron solos. La guerra civil de 1936 no fue una "cuarta guerra carlista", porque los carlistas no se alzaron por su Rey (que por cierto perdieron antes de terminar el año, y sin él siguieron) y su programa específico, sino contra una situación que media España, mucho más amplia, consideraba como ellos insostenible. No eran nostálgicos de Lácar, sino hombres y mujeres de su tiempo, coherentes con sus ideales, unidos a otras personas que no los compartían, incluyendo a los parientes del Cojo de Cirauqui. La deriva soviética de la República frentepopulista, la lucha armada de clases, el proyecto revolucionario socialista y comunista, el terrorismo anarquista, el anticlericalismo brutal, hacían que, al menos para la mitad de los españoles –incluyendo a los requetés- la única opción en el verano de 1936 fuese alzarse "contra algo", y en todo caso por unos mínimos por todos compartidos (el orden, el respeto a la Iglesia, la propiedad y, obviamente, el patriotismo) .

Tenemos entre las manos un testimonio nuevo y estupendo de una España que ya no existe. Es, potencialmente, un instrumento para que tanto el historiador como el lego la conozcan mejor. Pero uno y otro se equivocarán si creen poderla juzgar con los criterios y tabúes de 2010. Stanley G. Payne nos ha dado para esto excelentes consejos en otros casos, y conviene no olvidar su criterio. Según Jaime Del Burgo Torres, "la sublevación militar de Franco habría fracasado de no haber intervenido los Requetés". Seguramente sea cierto, pero no lo es menos que los requetés solos y con su solo programa no habrían entrado en Madrid en 1939, y seguramente ni en San Sebastián en septiembre de 1936. El hecho es que los requetés, con los bastante más numerosos y no menos desordenados falangistas, con los muy numerosos miembros de la JAP, con los más escasos de Renovación Española y con una masa inmensa de no afiliados a los que unía el rechazo a la España liberticida de Azaña, Prieto y Largo Caballero, ganaron la guerra. Y es más, durante ella subordinaron sus peculiaridades a la victoria común, como en definitiva hicieron todos los demás en torno a Franco. El jefe del Estado no engañó a ninguna de las partes, ninguna de ellas fue derrotada, cosa distinta es que algunos líderes de unos y otros tuviesen proyectos distintos para la posguerra. Pero ésa fue ya, en todo y por todo, obra de Franco, en lo bueno y en lo malo.

No se reelabora –y no lo hacen los autores de este libro, pero puede hacerlo un lector desprevenido- el pasado al gusto del presente. El carlismo quería, como programa máximo, la monarquía tradicional con todas sus consecuencias; un plan minoritario en la España de 1936 aunque con su propia masa de fieles: una parte nuestros requetés, ya que muchos se convirtieron en tales sólo al llegar la guerra. El carlismo estuvo dispuesto, entonces y mucho antes, a llevar la violencia a la política; no se trataba precisamente de una fuerza pacifista, ni pretendió serlo, y el requeté se entrenó militarmente desde mucho antes de la guerra y del Frente Popular, como muchas fotografías del libro reflejan. Por cierto que tampoco tuvo ningún pudor antitotalitario en recibir ese entrenamiento en la Italia fascista, y en beneficiarse de armas y de dinero que de allí vinieron, como testimonios de personas vivas o muy recientemente fallecidas acreditan. El pasado no es una película de "buenos" y de "malos", y mucho menos cabe definir a los "buenos" décadas después según la corrección política o la comodidad del presente. Los requetés merecían este libro y merecen ser conocidos mejor, precisamente para no dar por buenas fantasías póstumas de requetés antifranquistas. ¡Lo siguiente sería creerlos demócratas, socialistas autogestionarios o acusar a Franco de la existencia de los nacionalismos! Bonito quizá, pero incierto, y las grandes familias de raigambre tradicionalista lo niegan tanto como los supervivientes lúcidos de toda clase y condición.

Ganaron la guerra, y contribuyeron a construir la paz de Franco. Descontentos algunos a la espera de su programa máximo, sin duda, pero eso no era un factor político relevante en 1936 aunque pudiese serlo décadas después. Por lo demás, ¿alguien imagina en pleno siglo XX, en un país que no fuese la España de Franco, una recepción más amplia del ideario tradicionalista en la construcción de un Estado Nuevo? Gracias a Zapatero hemos tenido que recordar que la "memoria" sólo es una parte de la verdad, y aunque es bastante más que una colección de restos materiales del pasado (fetichismo tanto menos explicable cuando no tienen relación familiar real con uno mismo) sigue sin ser historia. No sería bueno olvidar aquella España, pero tampoco lo sería recordar sólo una parte de ella o hacerlo a nuestro gusto de hoy. En todo caso, desde la princesa de Beira a esta parte para los verdaderos requetés han importado más los principios vividos que la parafernalia material y que la imagen dada.

La única crítica a este libro, en definitiva una cuestión menor, es precisamente un cierto tono más presente en sus presentaciones públicas que en su texto, que es la tentación de intentar alejar las vidas y las muertes de los requetés de 1936 de la España que estaban defendiendo y construyendo con las armas. Los testimonios dejados en su literalidad, las mismas fotos vistas como son, reflejan algo muy distinto a un pre-antifranquismo o a una mohína indiferencia nostálgica: los "eternos perdedores" luchaban con y por Franco, aunque esto después haya pesado a manipuladores como el Carlos Hugo de los tristes destinos (y del museo de Estella). El magnífico fresco de este libro en sí mismo implica la exigencia de una investigación científica futura y de una ampliación al resto de aquella España ignorada por la ley actual, en parte ya posible con los testimonios orales no carlistas o carlistas incómodos aquí descartados. En todo es una confirmación de lo anunciado por alguien que carlista no fue jamás, Gregorio Marañón: "Éstos son los términos exactos del problema. Una lucha entre un régimen antidemocrático, comunista y oriental y otro régimen antidemocrático, anticomunista y europeo, cuya fórmula exacta sólo la realidad española, infinitamente pujante, modelará." Allí estaban sin dudas los requetés, nunca solos. Mírenlos a la cara en el libro y pregúntenselo.

Pour en savoir plus


Voir le compte-rendu publié par l'ABC, ici.

Un entretien de l'auteur sur les ondes de la Cope dans Estrella polar, le programme vedette de la chaîne, l'un des rendez-vous de la nuit espagnole, au micro de José Javier Esparza, ici.

Dans les colonnes du Diario de Navarra, ici.

Dans la Razon, ici.

Un entretien des auteurs pour Intereconomia, ici.

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