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mardi 30 juin 2009

Les ors de la monarchie


Les éditions Altera viennent de publier un ouvrage à la fois bien informé et amusant sur le coût de la politique en Espagne. Son auteur, Federico Quevedo (que son ennemi intime Federico Jimenez Losantos surnomme Ni-Ni, car « il n'est ni Federico ni Quevedo », a private joke que les hispanistes peuvent comprendre) a retrouvé dans les documents officiels ce que gagnent les hommes politiques de la péninsule. Rien à envier à leurs homologues français pourtant champions en la matière. On peut le commander ici.

samedi 21 mars 2009

Franco, retour en grâce ?


Pio Moa, un regard sévère sur l'Espagne qui renie son passé.


L'écrivain Pio Moa qui publie d'intéressants et polémiques essais d'histoire contemporaine centrés sur l'Espagne des années 1930, la geurre civile et le régime franquiste, vient de publier un nouvel ouvrage promis lui aussi à un succès éditorial : « Franco pour les antifranquistes ».



Bénéficiant d'une généreuse mise en place dans les principales librairies d'Espagne, cet ouvrage à la couverture élégante saura trouver un public non seulement parmi les générations qui ont connu le « régime antérieur », amis surtout pour tous les Espagnols de moins de quarante ans qui ne savent de Franco que ce que les médias en disent.

Franco visitant une aciérie à Aviles en 1952.

Comme le remarque Pio Moa qui fut un des rares vrais opposants à Franco durant sa jeunesse (tout comme le patron des éditions Altera qui le publie), n'hésitant pas à prendre les armes pour abattre le régime, la droite qui descend en ligne directre des structures politiques franquistes a renoncé à défendre le bilan du franquisme et la gauche, après avoir joué le jeu durant la période de transition, cherche à nouveau à rouvrir les plaies de la guerre civile pour satisfaire son aile la plus radicale.

Quelques blogs ont publié d'intéressants entretiens avec Pio Moa. Signalons notamment :


Pío Moa es autor de libros como Mitos de la Guerra Civil o Falacias de la izquierda, silencios de la derecha. Franco para antifranquistas (editorial Altera), que sale ahora a la calle, aborda la figura del personaje en 36 preguntas y respuestas. Alfonso Basallo (La Nación) entrevista al que fue activista antifranquista en el GRAPO y evolucionó desde el marxismo-leninismo a posiciones liberales y conservadoras. Se ha dedicado al estudio y divulgación de la Historia reciente de España, con tesis políticamente incorrectas.

¿Qué tiene que ocurrir para que el juicio sobre Franco en la historiografía y en la opinión pública española sea más objetivo?

Que aparezcan más libros serios y divulgativos como Franco para antifranquistas . Hay mucha gente que piensa aproximadamente así, pero tiene pánico a expresarse. También hay una derecha antidemocrática que, como señala Ricardo de la Cierva, con su pueril exaltación de Franco daña más que otra cosa su figura.

No le perdonan que justifique vd. el golpe de 1936, y que alegue que no era contra la II República sino contra la deriva revolucionaria que había tomado

Pues tendrán que ir perdonando, porque los hechos son los hechos, y acaban de imponerse contra leyendas tan absurdas como la de que el gobierno del Frente Popular era legítimo y democrático. Hacen mucho ruido, pero son pocas nueces.

¿Qué clase de legitimidad tenía Franco?... admita que, prejuicios aparte, no es fácil justificar su régimen

Franco no venció a la democracia, sino a un proceso revolucionario; mantuvo a España al margen de la II Guerra Mundial, cosa que es difícil imaginar que hubiera podido hacer otro; derrotó al maquis, que fue un intento de reavivar la guerra civil; propició el mayor desarrollo económico y social que haya tenido España en siglos; creó una dictadura autoritaria, cosa inevitable dadas las circunstancias, pero no totalitaria; no tuvo verdadera oposición democrática, liberal o socialista, sino comunista y terrorista; dejó el terreno abonado para una democracia moderna, que ahora están corroyendo precisamente los antifranquistas. Todo eso debemos a Franco. No puedo imaginar una legitimidad mayor.

¿Es otro mito que Franco fuera mediocre -otro tipo de crítica cada vez más extendido entre la izquierda?

Debemos suponer que quienes hacen esa crítica son muy brillantes. Y sin embargo Franco los venció, militar y políticamente, una y otra vez durante cuarenta años. ¿Quiénes son los mediocres?

Sostiene vd. que la Transición no fue fruto de la oposición sino del Rey, Suárez, y Fernández Miranda, es decir que venía del corazón del Régimen. ¿Fue una perestroika a la española?

Por supuesto, vino del corazón de la dictadura. La oposición quería la ruptura, no la reforma, y enlazar con el Frente Popular, como ahora mismo. Y no tuvo nada que ver con la perestroika, que provenía de un régimen totalitario, no autoritario, sin clase empresarial ni tantas otras cosas. La perestroika pretendía mantener un comunismo más abierto, lo cual era buscar la cuadratura del círculo, y, claro está, fracasó. La reforma democrática franquista está en riesgo de fracasar, pero de momento ha resistido treinta años, aunque ahora sufra una involución antidemocrática, debido justamente al antifranquismo retrospectivo.

Al hablar de la oposición, vd. dice que sólo hubo verdadera por parte del PCE. ¿Qué le ha hecho a usted el PSOE?

El PSOE no me ha hecho nada personalmente y al franquismo tampoco le hizo nada políticamente. Quizá por eso, y por no conocer bien su historia, el rey Juan Carlos y tantos otros pensaron que era la alternativa ideal al PCE. Pero la Guerra Civil no la originó el PCE, sino el PSOE, y este es quien está echando abajo ahora el legado de la Transición.

¿Cómo cree que será recordado Franco en España dentro de 100 años?

Ni idea. Pero creo que dentro de muy pocos años el juicio sobre él cambiará radicalmente: los hechos son los hechos, y la democracia española no puede permitirse el falseamiento de sus propias raíces sin correr muy graves riesgos.

¿Por qué le tienen tanta inquina muchos progres, muchos opinadores y muchos historiadores? ¿Será porque no soportan que un activista antifranquista se niegue a hacer una lectura maniquea de Franco?

Yo luché contra Franco cuando la gran mayoría de ellos no lo hacía, ellos luchan ahora, cuando ya no hace falta. Pero por una parte a nadie le gusta que le echen por tierra unas creencias arraigadas, siempre hay una resistencia a abandonarlas aunque se demuestren falsas, eso creo que nos pasa a todos. Y por otra, mucha gente ha cimentado su fama, su carrera profesional, a veces hasta su fortuna, en versiones totalmente falseadas de la historia, y por tanto hay unos intereses creados que inspiran una oposición cerril, peticiones de censura, etc. Además, declarase antifranquista en estos años equivalía a una especie de licencia para mentir impunemente. Y ya es hora de que eso cambie.



Reivindicando a Franco

Franco da para mucho. Primero fue la revisión de los hechos previos a la Guerra Civil, después llegaron las distintas versiones sobre los años de la contienda y de la posguerra inmediata y ahora toca someter a un nuevo análisis sus 40 años de dictadura. Y todo porque, según algunos historiadores y por más que hayamos oído lo contrario, Franco no fue tan malo. De hecho, llevó a cabo acciones fundamentales para el bienestar y la cohesión de España. Por eso, dicen, se ha cometido una gran injusticia con el mandatario que llevó a España “a las cotas más altas de prosperidad en siglos, un hecho fuera de toda discusión que no se le reconoce. Lo que es un problema porque revela una verdadera enfermedad política”. Quien así opina es Pío Moa, que acaba de publicar Franco para antifranquistas (Ed. Áltera), un texto en el que se da algunas vuelta de tuerca a las creencias más frecuentes sobre el régimen anterior. Y es que, para Moa, tiene que empezar a reconocerse:

“a) Que Franco no derrotó a una democracia ni a un gobierno legítimo, sino un proceso revolucionario a partir del Frente Popular.
b) Que libró a España de la guerra mundial, que habría causado muchas más víctimas y destrozos que la guerra civil y, de haberse producido entre 1930 y 1941, habría podido invertir el curso de la contienda.
c) Que derrotó el maquis comunista, que significaba la reanudación de la guerra civil.
d) Que su dictadura fue autoritaria y no totalitaria.
e) Que dejó un país próspero y reconciliado, sin apenas rastro de los odios de la República.
f) Que gracias a todo ello fue posible un tránsito ordenado y básicamente tranquilo a la democracia, algo que hoy está en plena involución”.

Y todo esto le ha sido negado al régimen franquista por dos motivos, según Moa. El primero es que “casi toda la derecha renunció a la batalla de las ideas, colaborando en la denigración de Franco por hacerse la moderna”. El segundo tiene que ver con “los sentimientos de odio albergados por unos izquierdistas que, como no hicieron nada reseñable contra la dictadura en vida de Franco, exhibieron después su antifranquismo del tres al cuarto”.

Podría entenderse que las ideas que expresa Moa forman parte de una tendencia secundaria en el entorno académico, que estamos ante una clase de autores que no representan ni las convicciones de los expertos ni las creencias mayoritarias de una sociedad. Pero también es cierto que, de una parte, estamos ante escritores que venden un buen número de ejemplares de sus libros y que, en otro sentido, si se publican textos con esta temática es porque tienen un público que les acoge bien. De modo que quizá habría que valorar de nuevo la estima en que se tiene a estas posiciones, cada vez más aceptadas en nuestra sociedad.

Franco siempre está de moda

Para el periodista Pedro Fernández Barbadillo, director de comunicación de Áltera, confluyen en la posible aceptación del texto varios asuntos importantes. Uno de ellos es que Franco siempre está de moda. “Además de que es el español más conocido del siglo XX, se trata de un personaje permanente. Han pasado más de 30 años desde su muerte y sigue estando presente en la vida política española, y más con la memoria histórica. Pocos dictadores siguen apareciendo en los editoriales de los diarios y en los mítines electorales tres décadas después de fallecer”. Además, cree Barbadillo que también ayuda el hecho de que “se trate de ocultar el pasado. No se puede hablar del franquismo sólo desde consignas: la historia siempre termina vengándose”.

Pero, en segundo lugar, Franco tiene el atractivo de lo prohibido. “Hay temas a los que se considera tabú, de los que te dicen que no puedes hablar. Y eso ocurre con el franquismo. Lo que al final, acaba aumentando el interés de la sociedad. Cuando prohíben algo, cuando una determinada acción se convierte en pecado, se convierte en una fuente de atracción inmediata”.

Quizá por eso, afirma Barbadillo, cada vez hay más jóvenes que quieren informarse sobre la España del siglo XX. “Los chicos oyen hablar en sus casas de lo que nos ocurrió, la memoria histórica sale a relucir en los grandes medios de comunicación y los políticos lo mencionan en sus discursos, por lo que no es extraño que la gente joven, que no conoció aquello, quiere saber cómo fue y qué pasó. Porque la gente no se traga lo que se le dice y busca conocer otras versiones”.

Sin embargo, con esta clase de textos, quizá no se busque tanto revisar históricamente el franquismo cuanto revitalizar viejas posiciones ideológicas. Quizá parte de la derecha esté comenzando a liberarse de sus complejos y quiera reivindicar no tanto al líder cuanto la validez actual de sus ideas. Lo que, además, podría tener creciente aceptación en una época de inestabilidad como la actual.

Al contraponer una época de paz social y relativo bienestar económico para el ciudadano medio, como hace Pío Moa, con estos nuevos tiempos de dificultades laborales e incertidumbre vital, no sería extraño que prendiera cierta mecha en ese hombre de la calle cuya calidad de vida “era mayor con Franco en muchos aspectos. Por ejemplo, había mucha más seguridad, mucha menos policía, muchos menos presos, mucha menos pornografía en cualquier sentido que se dé a la palabra, etc. Es cierto que faltaba algo esencial como son las libertades políticas. Sin embargo las libertades deben servir para que se defienda la verdad y se combata la demagogia”.

Pero, por más que pueda funcionar como referente para determinados sectores, Fernández Barbadillo niega que hoy sea posible un regreso a posiciones similares. Cree que, más bien, su uso es nostálgico: “También ves a muchos chicos de izquierdas con camisetas del Ché y eso no significa que vayan a hacer lo mismo que él. El asunto es más sencillo. El tiempo pule todo, da brillo y respetabilidad a épocas pasadas y hace que relativicemos sus puntos oscuros. A lo largo de la historia ha sido frecuente ver cómo se miran con nostalgia épocas pasadas”.

Pero eso es todo: no es posible la vuelta atrás, dice Barbadillo. Y en buena medida, porque la derecha española ha cambiado y es ya mucho más liberal que conservadora. Puede defender ciertos preceptos ligados a la unidad de España, a creencias religiosas o a posiciones morales no tan diferentes de los que acogió en el pasado, pero políticamente es liberal, lo que implica democracia de mercado y fronteras abiertas. Y eso cambia radicalmente las cosas, porque ya no es posible, dicen, esa mezcla de dictadura y proteccionismo.

El problema del proteccionismo

Claro que ¿fue Franco tan proteccionista? Probablemente, dice Juan Velarde, economista, consejero del Tribunal de Cuentas y editor, junto con José María Serrano, de La España del siglo XXI. La economía (Ed. Sistema), el dictador no fue más que hijo de su tiempo. “Se había llegado a la conclusión de que si España tomaba parte en un conflicto europeo lo pasaríamos muy mal para sobrevivir. Por eso teníamos que intentar valernos por nosotros mismos; habíamos de producir un poco de todo, y por eso la autarquía. Pero proteccionista lo era todo el mundo en aquella época, desde los líderes internacionales hasta dirigentes españoles como Azaña o Largo Caballero”.
Además, señala Velarde, Franco tampoco se negó a abrir las fronteras económicas. Sus reticencias quedaron vencidas “cuando John Foster Dulles, secretario de Estado estadounidense, le aseguró que su país no dejaría abandonado a un aliado ante las consecuencias económicas negativas que pudiera tener esa apertura”. Pero, en todo caso, el franquismo “fue consciente de que el cierre generaba decadencia para siempre mientras que la apertura traería prosperidad. De modo que si bien es cierto que Franco venía de ese nacionalismo económico ligado a lo militar, luego fue girando hacia otras posturas económicas”.Por eso, tampoco cree Velarde que la suma de militarismo y nacionalismo pueda regresar hoy con éxito y mucho menos aún si le añade proteccionismo: “La mayor de las barbaridades es intentar solventar los problemas actuales con posturas proteccionistas. Los mercados son globales y ya no hay man
era de evitar eso”.

Y esa es la paradoja hoy. Porque la derecha europea, y también la española, tiene ya poco que ver con sus expresiones de hace medio siglo: habrá conservadores, aunque son (casi) todos liberales. Pero puede seguir en sintonía con Franco en tanto, dicen, éste fue quien puso las bases para que el régimen democrático actual pudiera existir; para esta tendencia, fue el precursor, si no el planificador, de los nuevos tiempos. Así lo afirma Moa cuando habla de la transición, en parte prevista y querida por Franco.

“En su testamento no habla de preservar su régimen, sino la unidad de España y la paz. Parece consciente de que iba a haber muchos cambios. No obstante algunos de ellos le habrían desagradado, por ejemplo los artículos de la Constitución que permiten vaciar al estado de competencias y abren camino al separatismo, aunque al mismo tiempo la Constitución defienda la unidad intangible de España. Estas contradicciones no le habrían hecho mucha gracia ni, posiblemente, la legalización del PCE, al que daba una importancia entonces ya excesiva. De hecho, el franquismo favoreció la reorganización de los nacionalismos presuntamente moderados y del PSOE, que tiene un historial mucho más negativo que el PCE”.

samedi 29 décembre 2007

La mort d’une république inviable

Le journal officiel du royaume d'Espagne a publié la très controversée loi intitulée « de la mémoire historique ». Paradoxalement, c'est la gauche espagnole qui est la victime d'un étrange phénomène d'amnésie comme le démontre le récent ouvrage ¿Por qué fracaso la II Republica ? Historia documentada de sus errores (Altera, 2007) de l'auteur espagnol José Antonio Navarro Gisbert.

Une manifestation organisée par l'association des victimes du terrorisme.


Dans les rues de Madrid, il est un moyen infaillible d’identifier la couleur politique d’un défilé politique. Les manifestants de droite arborent en grand nombre des drapeaux espagnols sang et or. Leurs homologues de gauche agitent des drapeaux de Cuba, du Vénézuéla de Chavez, da la Catalogne ou du Pays basque. En revanche, pas un seul drapeau espagnol à l’horizon en dehors de quelques drapeaux républicains.

Une manifestation socialiste.

Ce refus du sang et or n’est pas le résultat d’une consigne officielle mais plutôt le révélateur d’un état d’esprit.

La gauche espagnole a du mal à digérer son passé. Sa responsabilité écrasante dans le déclenchement de la guerre civile lui pèse, mais lui pèse encore davantage d’avoir déclenché à dessein une guerre et de l’avoir perdue. Amenant avec la défaite l’avènement d’un régime autoritaire qui l’a exclue des prébendes du pouvoir durant plus de quarante ans.
La gauche adore se pencher ad nauseam sur l'histoire des fascismes pour tirer des arguments utiles à son combat politique. Voilà pourquoi on trouve des bibliographies interminables sur l'Espagne de Franco et la guerre civile. En revanche, on cherche en vain une histoire de la Seconde République espagnole, ce régime délétère qui, de 1931 à 1939, conduisit le pays à la tragédie de la guerre civile. Cette réticence des historiens est bien compréhensible : ils seraient obligés de révéler une réalité en complète contradiction avec le mythe complaisamment entretenu par la gauche.

Une manifestation sans représentants du PSOE (parti socialiste espagnol).

Or ce mythe se porte bien. En avril 2006, à la tribune du parlement espagnol, le premier ministre Zapatero dressait un panégyrique de la République. Un peu plus tard, dans un colloque international organisé à Madrid, des intellectuels à la mode ont paré ce régime de toutes les vertus et accablé ces misérables militaires rebelles qui, en se soulevant, ont réduit à néant l'espérance de liberté de tout un peuple. C'est très beau, mais c'est faux.

Il est frappant de constater à quel point les universitaires et intellectuels de gauche ne s'intéressent aux faits que dans la mesure où ils confortent leurs schémas de pensée. Or, il suffit de lire les souvenirs des hommes politiques de gauche et de compulser les collections des journaux d'alors pour prendre conscience de la nature perverse de cette république, un sinistre régime de partis dans un pays sans état.

Face au refus des historiens de métier de s'intéresser à ces années tragiques de l'histoire de l'Espagne, les éditions Altera ont publié le gros volume écrit par un journaliste féru d'histoire et résolu à comprendre les raisons de l’échec de cette République promise au plus bel des avenirs.

En 1931, l’instauration de la république fut saluée avec enthousiasme dans une Europe qui semblait promise aux totalitarismes rouge et brun. Pourtant, à peine cinq ans plus tard, l’Espagne attirait à nouveau l’attention du monde, mais cette fois en se signalant comme le seul régime partlementaire qui s’est décomposé de l’intérieur et qui a débouché dans une cruelle guerre civile.

Cette rapide décomposition demeure mystérieuse car peu d’historiens cherchent à en comprendre les mécanismes.Cette réticence se comprend mieux quand on découvre au fil des pages de ce fort volume, bien rédigé et exhaustif, à quel point les forces de la gauche ont tout fait pour le détruire de l’intérieur.

Paradoxalement, la monarchie est morte d'une victoire électorale. Remportant la majorité des voix aux élections municipales, les partis monarchiques avaient néanmoins perdu les grands centres urbains. Effrayé par la menace des partis marxistes da gagner par l’émeute les élections qu’ils avaient perdues dans les urnes, le roi s'enfuit en abandonnant sa famille dans un palais déserté.Après des mois de bourrage de crâne républicain par les intellectuels comme Ortega y Gasset, Marañon ou Perez de Ayala qui voulaient faire de l’Espagne une démocratie libérale, personne ne descend dans la rue pour défendre Alphonse XIII. La république gagne par abandon de son adversaire.

Un mois plus tard, les partis de gauche donnaient l'ordre à leurs militants de commencer à incendier les églises dans le but de créer une stratégie de tension à même de favoriser une révolution marxiste. Cette stratégie délibérée allait connaître un premier épisode sanglant quand en 1934, le Parti socialiste, plus enragé et plus révolutionnaire que le Parti communiste, déclenchait un soulèvement ouvrier dans les Asturies, noyée dans le sang par l'armée sous les ordres du général Franco (dont un des officiers n'était autre que le grand-père du premier ministre Zapatero).

La gauche voit dans l'instauration du régime républicain le moyen d'engager le processus révolutionnaire qui va conduire à faire de l'Espagne une république socialiste sur un modèle soviétique. L'incendie des églises et des couvents qui commence à peine un mois après la proclamation de la République n'est au yeux des chefs socialistes qu'une mise en bouche pour mettre en appétit les masses populaires et effrayer les possédants

L'amésie historique n'est pas où l'on croit.


Le tournant de février 1936

Cruel paradoxe de l'histoire, le gouvernement socialiste d'aujourd'hui est l'héritier direct de parti socialiste de 1936 qui publiait dans sa presse : « Nous sommes déterminés à faire en Espagne la même chose qu'en Russie ».

La modération du programme du Front populaire en 1936 cachait le fait que la majorité des partis le composant avait inscrit dans leurs programmes l'instauration d'une république de classes et la nationalisation de la terre et de la banque.

La presse socialiste écrivait : « disons-le : 1936 sera une année révolutionnaire. Rien ne va s'opposer à ce que nous voyons cette année le commencement de la révolution qui ne peut avoir lieu lors de la chute de la monarchie . »

Il est difficile d'imaginer les mois qui précédé le déclanchement de la Guerre civile.De janvier à juillet 1936, l'Espagne a vécu dans une guerre civile virtuelle, où toutes les composantes de la société espagnole sentent que le passage de l'affrontement politique à l'affrontement armé n'est qu'une question de jours.

Surs de leur force, les partis de gauche font tout pour accroître la tensions et pousser la droite à la faute. Ils rêvent d'un « pronunciamiento » d'une fraction de l'armée qui permette de déclencher une répression féroce contre toutes les forces de droite, des libéraux aux Phalangistes en passant par les catholiques et les monarchistes. Un puputsch, voilà ce qu’il faut à la gauche pour liquider le régime parlementaire.

Les différentes composantes de la droite ont compris qu'il ne leur reste aucune possibilité constitutionnelle pour arrêter le processus révolutionnaire.La constitution, le parlement, les élections, ne sont plus que des illusions entretenues par un gouvernement de gauche qui n'attend que le moment opportun pour instaurer une dictature marxiste.

La gauche contre la démocratie

En réalité, contrairement à ce qu’affirme la propagande marxiste new look dont vous êtes abreuvés, la guerre d’Espagne est le résultat de deux coups d’Etat successifs.

Le Parti socialiste (l’ancêtre direct de celui qui est aujourd’hui au pouvoir en Espagne) ne supporte pas que la république s’embourgeoise et se rapproche des modèles parlementaristes de l’Europe du nord. Le meilleur moyen de renverser le régime est de déclencher un soulèvement ouvrier. Il est déclenché en octobre 1934 contre un gouvernement de droite absolument légitime et respectueux des institutions. Cette révolte armée est planifiée dès le départ comme une guerre civile dans le but d’imposer par la terreur un régime de type soviétique et par les nationalistes pour obtenir l’indépendance de la Catalogne. Ce coup d’Etat reçoit l’appui des communistes, d’une partie des anarchistes et des républicains de gauche mais échoue au bout de deux semaines en laissant sur le carreau 1 400 victimes et de très nombreux dégâts matériels.

Ayant assimilé les leçons de l’échec de 1934, le second coup d’Etat contre la démocratie est déclenché après les élections de février 1936 que le front populaire une victoire marginale. De l’aveu même de Manuel Azaña, le dirigeant de gauche qui prend alors le pouvoir, ces élections avaient été entachées par de nombreuses violences et par de graves irrégularités.
Les partis de gauche, après la proclamation des résultats, cherchent à gagner par l’émeute les élections qu’ils n’avaient pas été en mesure de remporter nettement dans les urnes. Pendant ce temps, le nouveau gouvernement destitue le président de la république Alcala-Zamora, prive de leur mandat des députés de droite, épure la haute fonction publique, supprime l’indépendance de la justice et laisse faire les émeutiers lesquels en trois mois ont causé de plus de 300 morts, brûlé des centaines d’églises, mis à sac des journaux, des centres culturels et politiques, etc. Quand les hommes politiques conservateurs, modérés comme Gil-Robles ou plus musclés comme Calvo Sotelo, mettent en demeure le gouvernement de faire respecter la légalité républicaine, les élus de gauche comme la sinistre Pasionaria les menacent de mort depuis les bancs même du parlement.

La destruction programmée de la légalité républicaine par les partis de gauche et la décomposition totale de l’Etat sont apparues aux yeux de tous quand un détachement mixte de policiers en uniforme et de miliciens socialistes enlève à son domicile puis assassine le député Calvo Sotelo après avoir échoué dans une tentative similaire à l’encontre de Gil-Robles. Ce crime est la goutte d’eau qui fait déborder le vase et qui pousse à la rébellion une partie de l’armée. Au cours des semaines précédentes, la tournure prise par les événements avait encouragé certains militaires à préparer une riposte à la violence des partis de gauche, mais ils étaient très réticents à se lancer à l’aventure notamment en raison de la très grande probabilité d’échec (qui fut à deux doigts de se produire).

Le livre Jose Antonio Navarro Gisbert nous rappelle que ce n’est pas le soulèvement militaire qui a détruit la démocratie en Espagne. C’est la destruction organisée de la démocratie par les partis de gauche radicalisés qui a déclenché la guerre. Ce conflit qui a déchiré l’Espagne n’a pas vu l’affrontement de démocrates contre des fascistes, mais a mis en scène la lutte à mort entre des totalitaires de gauche et des autoritaires de droite.

Gregorio Marañon.

Gregorio Marañon a eu ce commentaire lucide et non dénué d’amertume : « Mon amour et mon respect de la vérité m’obligent à reconnaître que la République espagnole fut un échec tragique ».






¿Por qué fracaso la II Republica ?

Historia documentada de sus errores

José Antonio Navarro Gisbert

Altera, 700 p., notes, index, 28 e, ISBN 84-89779-92-9. Disponible sur www.alterra.net

mercredi 5 décembre 2007

Un historien bientôt en prison ?



Los Años de Hierro
Pio Moa

Esfera de los libros, 680 p., 26 euros, ISBN 9788497346634.

Pio Moa est un historien qui met du sel dans les plaies ouvertes de la gauche espagnole. Venu des rangs du terrorisme d’extrême-gauche qui a combattu le franquisme, il ne prend pas de gants pour rappeler à l’Espagne que le passe ne se lit pas seulement à travers le prisme déformant de la gauche bien-pensante qui règne dans les universités de la péninsule.
A fil de ses livres, il a brisé l’image d’Epinal d’une gauche ibérique démocrate, humaniste, fauchée en pleine ascension par une droite réactionnaire et militariste faisant alliance avec le nazisme, la fascisme et l’Eglise pour abattre la liberté en Espagne.
Sa thèse principale peut se résumer ainsi : c’est la gauche espagnole qui porte la responsabilité de la guerre civile déclenchée en 1936 par sa volonté d’imposer par la force dès 1934 un régime marxiste sur le modèle de l’Union soviétique.
Le 26 novembre dernier, un groupe de personnes proches du Parti communiste (Izquierda Unida) ont porté plainte contre l’historien à l’occasion de la parution de son livre Los Años de hierro qui couvrent les premières années du régime franquiste.
Astucieusement, ils ne lui reprochent pas le contenu de son livre mais les pros que lui attribue le 29 octobre dernier le quotidien de gauche proche du gouvernement Publico.
Les communistes dénoncent le fait que l’historien y associe les défenseurs de la loi de réhabilitation des victimes du franquisme aux criminels qui peuplaient les geôles clandestines du Front populaire, les sinistres « checas ». Ce faisant, Pio Moa manquerait de respect aux élus de gauche et mérite donc la prison.

Les lecteurs médusés de Publico ont pu lire :

Moa reconstruit le franquisme. Avec une idée fixe : le Front populaire (cette coalition de centre-gauche qui a gagné les élections de 1936) ne voulait pas de la démocratie. « Cétait un amalgame de staliniens, de séparatistes, de racistes du Parti nationaliste basque ou de putschistes comme Azaña, qui n'a pas respecté la loi, qui a coulé la constitution de 1931 et qui a mis en route un processus révolutionnaire », explique Pio Moa à Publico. La conclusion ne tarde pas à arriver : « Ceux qui aujourd'hui appuient la loi sur la Mémoire histoirique s'identifient avec les criminels, ceux des checas (les prisons républicaines). »

Mais ce qui étonne le plus et révèle l’état dans lequel se trouve la liberté d’opinion en Espagne est le silence qui a accueilli cette initiative communiste. Aucun parti ne l’a condamnée et la presse nationale garde un silence complice avec les nostalgiques du stalinisme.


Pio Moa (deuxième à partir de la droite), hier mardi 4 décembre 2007, photographié pendant la conférence de soutien organisée par Javier Portella (à droite) directeur des éditions Altera.




Pour en savoir plus


· Pío Moa: «La democracia viene del franquismo, no de la oposición a él»




Pio Moa répond à Periodista Digital.

mercredi 26 septembre 2007

Une loi sectaire en panne

Le gouvernement socialiste espagnol est bien embarrassé.Pour complaire à ses associés les plus radicaux, il a déposé devant le parlement une loi dite de « la Mémoire historique » destinée, en théorie, à réhabiliter les personnes injustement condamnées par le franquisme ou victimes des persécutions politiques durant la guerre civile et non reconnues à ce jour.

Toutefois, ce projet n’a eu pour résultat que de diviser profondément la société espagnole en rouvrant des plaies refermées depuis la transition politique (voir article précédent) dont un des points clefs avait été l’oubli réciproque des crimes commis. Ainsi, le chef communiste Santiago Carrillo a pu rentrer en Espagne en dépit d’être un des responsables d’une des plus horribles tueries de ce siècle : Paracuellos de Jarama.

Aujourd’hui, ce projet de loi est bloqué devant le parlement car il ne dispose pas de la majorité nécessaire pour le faire adopter. En effet, les communistes insistent pour que soient annulés tous les procès du franquisme et les nationalismes catalans exigent que soit condamnée la persécution des catholiques par le régime du Front populaire.

Or ces exigences sont contradictoires. Si le gouvernement donne satisfaction aux communistes, il doit refuser de condamner la persécution des catholiques. S’il satisfait les Catalans, il ne peut annuler les jugements du franquisme dont une partie notable concerne des condamnations d’individus coupables de crimes parfaitement documentés contre des hommes et des femmes dont le seul délit était la pratique religieuse.

Lire l'article complet que lui consacre El Manifiesto.

Lire aussi :



Matanzas. En el Madrid Republicano Félix Schlayer
Altera
, 254 p., 19,50 e, ISBN 978-84-89779-85-3.




El terror rojo en España
José Javier Esparza
Altera, 375 p., 25 e, ISBN 978-84-96840-04-1.